Me quedé sin palabras
cuando me descubriste
tu obscuro prado,
miré la perfección de tu llano
en donde me erigiste
como amo y esclavo leal
de tu placer bravo…
Bendita tu voz…
Bendita tu voz,
tu mirada y tus caricias
que me llegan al alma,
bendito tu palpitar que me llama,
en cada latido,
el corazón me nombra
y el profundo amor que por mí
profesas proclama…