Arde el veneno,
me hice devoto a tu
néctar de terciopelo,
jugo adictivo que me
obsesiona por tu cuerpo…
El alma no entiende…
El alma no entiende de sexo,
se excita cuando una mirada
le acaricia tan profundamente,
que le cala incluso los huesos…
La pluma es mi voz…
Arde el veneno,
me hice devoto a tu
néctar de terciopelo,
jugo adictivo que me
obsesiona por tu cuerpo…
El alma no entiende de sexo,
se excita cuando una mirada
le acaricia tan profundamente,
que le cala incluso los huesos…