Acompáñame,
no me regales la agonía de tu soledad injusta,
ven cada noche a darme la dicha de la presencia
de tu cuerpo y dormir abrazado a tu cintura
cuando nos quedemos completamente a obscuras,
preparados para perdernos en la lascivia y su locura…
Me tocabas el corazón…
Cada pequeña cosa que hacías,
por más minúscula que te pareciera,
dejaba en mí huellas profundas
e inmensas y me tocaba el corazón…