En un puerto me detuve a conocer
el sabor de tus labios mientras caía el sol,
perdiéndome en tus ojos que no
paraban de decirme que eras tú,
del tallo con espinas que es la vida, la flor…
Me resigné a pensarte…
Me resigné a
vivir pensándote,
a no decirte adiós en
el camino del olvido…